Ha sido un año complejo en materia de educación: un paro docente que se extendió en algunas localidades por más de un mes, las "tomas culturales" de estudiantes de algunos liceos y el aumento en la ausencia escolar por enfermedades respiratorias han constituido un escenario difícil de afrontar, especialmente, en lo relativo a la recuperación de clases.
Frente a ésto, los apoderados han marcado una participación sin precedentes, alzando la voz y logrando en muchos casos ser considerados tanto a nivel propositivo como en la toma de decisiones.
¿Es esta una nueva representatividad por parte de los padres y apoderados o es sólo la respuesta a hechos coyunturales?
Una extensa literatura señala la importancia de que los padres y apoderados se manifiesten e involucren activamente en el proceso de aprendizaje de sus pupilos. De ahí la que valga preguntarse por qué la ausencia general de estos importantes actores y cómo remediarla.
Según Jenny Orquera, Presidenta de Asociación de Centros de Padres de Antofagasta, "los padres no participan de acuerdo a lo esperado". Como explica la dirigenta máxima de la Zonal Norte de Apoderados, las razones de esta falta de interés, se explica, porque, "de acuerdo a las necesidades de hoy, trabajan ambos, tanto la madre como el padre y los tiempos no les permite estar más dedicado a sus hijos". Orquera agrega además que, "también hay dificultades por falta de información. Existen barreras idiomáticas fuertes. Lo que sucede es que en educación se trabaja con muchas siglas y cuando se conversa con los padres se utilizan las mismas palabras y los apoderados por temor al ridículo no se atreven a preguntar y no interactúan".
Otro factor que tanto Jenny Orquera como Ismael Calderón, vocero y fundador de la Asociación Metropolitana de Padres y Apoderados (Amdepa) coinciden, es la poca o nula funcionalidad de las reuniones de apoderados.
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